Hace ocho años fallecía Alfredo Bravo, maestro por su profesión y también por la lección de vida que supo ofrecer. Pocos días antes de aquel 26 de mayo de 2003 había prestado su último gran servicio al Partido Socialista al encabezar la fórmula presidencial en las elecciones del 14 de mayo. No tenía chance alguna y sin embargo a bordo de su viejo Peugeot y casi sin recursos asumió esa imposible tarea. Meses después, la misma conducción partidaria que había decidido que el Socialismo participara sólo en la presidenciales, integró una alianza con la Izquierda Unida para las legislativas de octubre. Era un tanguero fervoroso y un fanático hincha de RIver, fue gran amigo de Anibal Troilo, era chinchudo y fue leal a sus principios hasta el minuto final. En Arrecifes estuvo al menos dos veces, una de ellas sumámdose a la celebración por la llegada de Marcelo Bianchini al Concejo, en 1993. Aquí una breve reseña de su figura para que lo conozcan los más jóvenes y lo recordemos los demás.
Alfredo Bravo nació el 30 de abril de 1925 en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. A los 18 años, recibido de maestro en Avellaneda, se instaló en un pueblo del Chaco santafesino para comenzar sus primeros años como maestro rural. De allí regresó para cumplir con el servicio militar. En Buenos Aires inició luego su militancia gremial, hasta llegar a participar en la redacción del Estatuto del Docente y protagonizar la unificación de su gremio en la CTERA, de la cual fue secretario general. Se apartó en 1957 del Partido Socialista que presidía Américo Ghioldi por su oposición a que sus compañeros integraran la Junta Consultiva, creada por los militares que derrocaron a Juan Domingo Perón en 1955. El 8 de septiembre de 1977, durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, Bravo fue secuestrado por un grupo de tareas mientras daba clases nocturnas de castellano en una escuela de Primera Junta. Permaneció desaparecido hasta el 20 de septiembre y recién fue liberado en 1979. La tortura le dejó secuelas vasculares en sus piernas.
Cuando recuperó la libertad militó en defensa de los derechos humanos en la APDH, y con el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín, fue designado subsecretario de Estado del área de Educación, cargo al cual renunció por la Ley de Punto Final y la Obediencia Debida. Electo diputado nacional por la Unidad Socialista en 1991 junto a Guillermo Estévez Boero y Ricardo Florencio Molinas formando un bloque que batallo en inferioridad numérica contra las transformaciones neoliberales impulsadas por Carlos Menem (actual aliado del kirchnerismo). Su mandato legislativo fue renovado en 1995 y 1999. En el 2001 es consagrado por el voto popular como senador por la ciudad de Buenos Aires (por la alianza ARI con Elisa Carrio), cargo que le fue despojado por la mayoría oficialista. Luego de participar activamente junto a muchos compañeros en la reunificación del Partido Socialista en el 2002, es aclamado en un congreso partidario como candidato a Presidente para las elecciones de 2003, acompañado por Rubén Giustiniani como candidato a Vicepresidente.
Hincha y socio de River Plate, fue miembro de la Asamblea de Representantes entre 1993-1997 y candidato a Presidente en 1997 por la Agrupación Tradicional River Plate. En el 2001 integró su última fórmula junto a Carlos Lancioni. En las primeras horas del 26 de mayo de 2003 sufre un ataque al corazón que le provoca la muerte. Sus restos fueron velados en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional, ante muestras de afecto y respeto por parte de representantes de las más variadas expresiones de la vida política argentina.