lunes, 27 de junio de 2011

El 28 de junio de 1896 se fundaba el Partido Socialista de la Argentina


Juan B. Justo
     Finalizando el siglo XIX, en Argentina se desarrollaron distintas instituciones de ideología socialista, propulsadas principalmente por inmigrantes europeos. El primer grupo socialista organizado surgió en Buenos Aires en 1882, 14 años antes de la fecha considerada oficialmente como la de fundación del Partido Socialista. Estuvo a cargo de un grupo de inmigrantes alemanes, entre quienes se destacaban German Ave Lallemant y Augusto Kühn, que se agruparon en un club socialista germano denominado Verein Vorwärts, (Unidos Adelante) organizado bajo la inspiración del poderoso Partido Social Demócrata (PSD) alemán, por entonces el más influyente y pujante del movimiento socialista internacional.
    Al Vorwärts le siguieron otras dos organizaciones también fundadas por inmigrantes socialistas europeos, (Les Egaux, francesa, en 1891, y al año siguiente Il Fascio dei Lavoratori, italiana). El 14 de diciembre de 1892 se creó la “Agrupación Socialista, Partido Obrero, Sección Buenos Aires”, que el escritor e historiador Víctor García Costa considera como el verdadero punto de partida del Partido Socialista. Esa “Agrupación” comenzó en 1893 la publicación de “El Socialista”. Posteriormente se organizó el Centro Socialista Universitario, entre cuyos dirigentes estaba José Ingenieros, y en 1895 el Centro Socialista Revolucionario de Barracas. Los emigrados alemanes, italianos y franceses, junto con algunos simpatizantes argentinos, constituyeron en 1894 el Partido Socialista Obrero Internacional.
    En agosto de 1893 el médico Juan B. Justo se acercó a los incipientes grupos socialistas, en un encuentro programado en el Café Francés de la actual calle Esmeralda “para cambiar ideas sobre la formación de una Federación y la creación de un periódico que defienda los intereses de la clase trabajadora”. Otros concurrentes a esa histórica cita, de la que nació nuestro organo partidario La Vanguardia, fueron el tipógrafo alemán Kuhn, el carpintero catalán Isidro Salomó, el tipógrafo español Esteban Jimenez y el obrero tonelero Víctor Fernández.

LA FUNDACION
   A fines de abril de 1894, tres de los cuatro grupos socialistas más activos, Les Egaux, Fascio dei Lavoratori y la Agrupación Socialista, Les Fulmi et Ago, se reunieron para confederarse y formar el Partido Socialista Obrero Internacional (PSOI). El Club Vorwärts también fue invitado, pero rehusó integrarse argumentando que mientras los inmigrantes no pudieran votar carecía de sentido formar un partido para actuar en la vida política de la Argentina. El nuevo partido estableció un programa -redactado por Esteban Jimenez-, reproduciendo con algunas modificaciones los programas de los partidos socialistas europeos y estadounidense, y que desde ese momento serviría de base sustancial para los programas del socialismo argentino.
   En 1895, a propuesta del grupo Les Egaux, se aprobó una carta orgánica y se eligió un Comité Central de quince miembros (tres por cada grupo), cuyo primer secretario general fue José Ingenieros. Poco después, el 13 de octubre de ese año, se reunió la primera Convención del partido, que resolvió modificar el nombre por el de Partido Socialista Obrero Argentino (PSOA).
     El 8 de marzo de 1896 el PSOA se presentó por primera vez a elecciones en Buenos Aires, con una lista de parlamentarios integrada por Juan B. Justo, Adrián Patroni, Juan Scheafer, Germán Avé Lallemant y Gabriel Abad, obteniendo 138 votos, en una elección escandalosa y abiertamente fraudulenta, como era la característica de un régimen electoral basado en el voto cantado.

 El 28 y 29 de junio de 1896 se realizó por primera vez un Congreso, llevado adelante en el Club Vorwärts en Buenos Aires, ubicado en la calle Rincón 1141. Es considerado como el congreso constituyente o fundador del Partido Socialista de Argentina
  
   El congreso confirmó el nombre de "Partido Socialista Obrero Argentino" (PSOA) -nombre que a principios del siglo XX se simplificaría sólo como "Partido Socialista" (PS)-, y aprobó también la Declaración de Principios, el Programa Mínomo y los Estatutos del partido. La Declaración de Principios venía siendo redactada por Juan B. Justo desde varios años antes y fue consultada incluso con Federico Engels, compañero de Carlos Marx.

PRIMEROS AÑOS
  El Partido Socialista buscó organizarse como el primer partido moderno de la Argentina, presentándose a sí mismo como la antítesis de lo que denominaba la "política criolla", encarnada en los conservadores y radicales de la UCR. Incluyó por primera vez la cuestión de la justicia social en la política argentina, llevando a la fundación del derecho del trabajo argentino. Impulsó la nacionalización de los inmigrantes con el fin de que adquirieran el derecho a votar.
    En esos primeros años el PS actuaría a través del periódico La Vanguardia y de una serie de organizaciones sociales que fue creando como la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos, en 1898, la Sociedad Luz, en 1899, y la Cooperativa El Hogar Obrero en 1905
   El PS y sus afiliados otorgaron prioridad a la organización y dirección de los sindicatos, vinculando estrechamente la acción política y sindical. De esta manera socialistas y anarquistas se constituyeron en las dos corrientes mayoritarias del sindicalismo argentino. A principios de siglo XX, las confrontaciones entre socialistas y anarquistas sobre el mejor modo de organizar a los trabajadores, dificultó la actuación unitaria de los sindicatos, y llevó a la aparición de una tercera corriente sindical, desprendida del PS, que adoptó las ideas del sindicalismo revolucionario.
    Las ideas políticas sostenidas por el PS se insertaban dentro de la línea de la búsqueda de establecer una sociedad socialista por vía democrática. Ello no impedía que las ideas de Carlos Marx tuvieran gran importancia en el PS, habiendo sido Juan B. Justo el primero en traducir al español su famoso libro maestro, El Capital, en tanto que la Declaración de Principios fue revisada por Federico Engels poco antes de morir.[
   Entre los socialistas argentinos también fueron importantes las ideas del positivismo, a la que adhirieron claramente líderes como el propio Justo o José Ingenieros. Otros dirigentes, como Alfredo Palacios, el propio José Ingenieros y más adelante Manuel Ugarte y Mario Bravo, introdujeron el pensamiento nacionalista, latinoamericanista y antiimperialista; por su parte Enrique Del Valle Iberlucea, aportó un enfoque internacionalista; mientras que Alicia Moreau de Justo y otras dirigentes socialistas, le imprimieron contenidos feministas. El cooperativismo también fue un pensamiento muy presente en el PS desde su inicio, habiendo desempeñado un papel muy importante en la organización del movimiento cooperativista en la Argentina.
 El Partido Autonomista Nacional (PAN) o roquismo, salvo excepciones, consideró que los socialistas, al igual que los anarquistas y sindicalistas, constituían una amenaza social, y desde principios de siglo XX, llevó adelante una política de represión, muchas veces con resultados fatales. La política represiva tuvo su eje en la Ley Nº 4144 del 23 de noviembre de 1902, propuesta por la Unión Industrial Argentina y proyectada por el senador Miguel Cané, a la que se denominó "Ley de residencia", que permitía expulsar inmigrantes arbitrariamente, sin derecho a juicio. La Ley de Residencia fue completada más tarde con la Ley Nº 7029, denominada "Ley de Defensa Social".

LA DECLARACION DE PRINCIPIOS DE 1896

El Partido Socialista, representado por sus delegados reunidos en Congreso, afirma:
Que la clase trabajadora es oprimida y explotada por la clase capitalista gobernante.
Que ésta dueña, como es de los medios de producción, y disponiendo de todas las fuerzas del Estado para defender sus privilegios, se apropia la mayor parte de lo que producen los trabajadores y les deja sólo lo que necesitan para seguir sirviendo en la producción.
Que por eso, mientras una minoría de parásitos vive en el lujo y la holgazanería, los que trabajan están siempre en la inseguridad y en la escasez, y muy comúnmente en la miseria.
Que en la República Argentina, a pesar de la gran extensión de tierra inexplotada, la apropiación individual de todo el suelo del país ha establecido de lleno las condiciones de la sociedad capitalista.
Que estas condiciones están agravadas por la ineptitud y rapacidad de la clase rica, y por la ignorancia del pueblo.
Que la clase rica, mientras conserve su libertad de acción, no hará sino explotar cada día más a los trabajadores, en lo que la ayudan la aplicación de las máquinas y la concentración de la riqueza.
Que, por consiguiente, o la clase obrera permanece inerte y es cada día más esclavizada, o se levanta para defender desde ya sus intereses inmediatos y preparar su emancipación del yugo capitalista.
Que no sólo la existencia material de la clase trabajadora exige que ella entre en acción, sino también los altos principios de derecho y justicia, incompatibles con el actual orden de cosas.
Que la libertad económica, base de toda otra libertad, no será alcanzada mientras que los trabajadores no sean dueños de los medios de producción.
Que la evolución económica determina la formación de organismos de producción y de cambio cada vez más grandes, en que grandes masas de trabajadores se habitúan a la división del trabajo y la cooperación.
Que así, al mismo tiempo que se aleja para los trabajadores toda posibilidad de propiedad privada de sus medios de trabajo, se forman los elementos materiales y las ideas necesarias para substituir al actual régimen capitalista con una sociedad en que la propiedad de los medios de producción sea colectiva o social, en que cada uno sea dueño del producto de su trabajo, y a la anarquía económica y al bajo egoísmo de la actualidad sucedan una organización científica de la producción y una elevada moral social.
Que esta revolución, resistida por la clase privilegiada, puede ser llevada a cabo por la fuerza del proletariado organizado.
Que mientras la burguesía respete los actuales derechos políticos y los amplíe por medio del sufragio universal, el uso de estos derechos y la organización de resistencia de la clase trabajadora serán los medios de agitación, propaganda y mejoramiento que servirán para preparar esa fuerza.
   El último párrafo, referido a la eventualidad de organizar o participar en una revolución generó varios debates internos, siendo suprimido primero y reemplazado después por otro texto que, sin adherir expresamente al uso de la violencia y las armas, daba a entender que las mismas podían resultar aceptables en ciertas condiciones, al utilizar la expresión "sin excluir en el último caso todo otro medio de acción que las circunstancias le aconsejen".
   El programa tomó en los sustancial el establecido en 1894, con varias precisiones, como el descanso semanal de 36 horas, la creación del fuero laboral; voto secreto y universal; así como la exclusión de varios de los puntos más radicales, como armar al pueblo, confiscar los bienes de la Iglesia, y abolir la deuda pública, o que requerían una reforma constitucional, como la supresión de la presidencia y el senado y el establecimiento de  un sistema parlamentarista.

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